El maestro Chenel nos ha dejado. Con el se ha ido una de la etapas mas gloriosas del toreo. En la memoria nos quedan grandes tardes en “su” plaza, Las ventas.
Sus inicios fueron en el mismo ruedo venteño, allí entraba en pantalón corto bajo la atenta mirada de su cuñado Paco Parejo. En la pared del patio de arrastre jugaba al frontón. También, y como no, arrancó su historia en los pueblos de alrededor de Madrid.
En esos pueblos se empezó a forjar su leyenda. En Las Rozas, concretamente, hablo de lo que me han contado tanto mi madre, como mi abuelo, que de seguro se habrá acercado a recibir al maestro del mechón y preguntarle si se acuerda de cuando empezaba e iba a su pueblo a torear. Si se acuerda de aquellas tardes, en las que un joven apuesto y elegante de tan solo 16 años lidiaba novillos sin picar apuntando unas muy buenas formas aún sin determinar, pero buscando siempre el concepto del toreo eterno, el clasicismo, las distancias, el saber estar delante de la cara de los toros, el torear con suavidad y elegancia.
"Antoñete" y mozas en la Iglesia de San Miguel Las Rozas de Madrid - 1955 |
Desde Las Rozas, un pueblo en el que comenzó la larga historia del gran Antonio Chenel “Antoñete”, en el cual sus gentes le apreciaban y se fotografiaban con el cada año en su visita, quisiera rendir un pequeño homenaje a este pedazo de torero y persona.
“Va por usted, Maestro”
Texto: Óscar Ruiz “Ruaza”
Fotos: Archivo